Una presentación para Vida Yovanovich*
Con su trabajo caracterizado como íntimo y reflexivo, Vida Yovánovich se dedica a explorar la vida e identidad de las mujeres. Abarca temas como la soledad, el abandono y el rechazo, el deterioro corporal y emocional.
Entre sus ensayos fotográficos destacan Cárcel de los sueños como acercamiento a la vejez y la muerte, el cual fue publicado en 1997; y 27 años, 8 meses, 14 días sobre diversas vertientes de la vida de mujeres en reclusión. Otras obras producidas bajo el binomio fotografía-instalación son De frente (1997), Gastado el tiempo (1998), Soledades sonoras (2004) y Abismo de ausencia (2005).
Soledades Sonoras y Abismo de ausencia fueron proyectos presentes en este Centro Cultural Clavijero durante el final del año 2009. Una experiencia que muchas y muchos recordamos como antecedente a ese significativo 2010 repleto de conmemoraciones centenarias y bicentenarias, las cuales no estuvieron exentas de loas a una patria que -como se vería en la exposición y se comprobaría más adelante con el documental Presunto Culpable (2011)- adolece de una inequidad ofensiva a muchos niveles (la impartición de justicia, entre éstos) resultado de una larga cadena de pequeñas violencias, visibles a través del trabajo de Yovanovich, al menos para el caso de diversas mujeres, mediante testimonios directos, íntimos y francos. Soledades sonoras no fue (no es) una exposición sobre mujeres en reclusión; pretende dirigir la mirada hacia lo que sucede en el transcurso de la vida de una persona hasta arrastrarla a la reclusión y, las más de las veces, al olvido.
La marginación y la soledad se imprimen en la obra de Vida, así como también (a decir de Emma Cecilia García Krinsky) “la calidad intangible del tiempo”, un concepto y valor fatal que no solo ha sido una constante en su obra, sino también un motor creativo y una estrategia productiva. Digo esto recordando relatos que ha compartido respecto a que, por ejemplo, en sus visitas a los asilos comenzó a fotografiar tras un año de visitas continuas y familiaridad con los habitantes. No sucedió diferente con las visitas a reclusorios donde creo vínculos amistosos y confidentes, historias comunes y experiencias vitales antes que registros fotográficos. Los ensayos únicamente son posibles cuando la cotidianidad aparece con toda su riqueza, cuando la familiaridad hace significativo un rincón, un ropero, la imagen de una virgen o un ramo de flores secas sobre una mesa que exhibe las huellas de su uso como marcas imborrables, improntas de experiencias irrenunciables, señales del deterioro propio de romperse con la vida cotidiana, quedarse sola, a un lado. No es fácil dejarse tocar por la obra de Vida, porque tiene que ver con las rasgaduras en el alma de muchas mujeres, dejando incluso marcas en la suya propia.
Y en este sentido revaloramos los autorretratos que ha venido realizando desde los inicios de su carrera, parte importante de sus ensayos, incluyéndose como testigo, como protagonista, como una extensión de sus propias fotografías. Fotografiándose en el asilo o en una casa cuando encuentra un impasse personal, una ansiedad que sólo se mitiga mirándose a sí misma, representándose envuelta en los abismos donde se ha detenido a conocer, a preguntar, a saber.
Aquí estamos atentos a lo que puedas platicarnos, arqueóloga de profundidades.
*Texto leído en la presentación de su conferencia magistral en el Encuentro de Fotografía Centro Occidente (EFOCO).
27 de septiembre 2013, auditorio del Centro Cultural Clavijero.
Publicado en la sección Artes&Vida
Diario Provincia
30 de septiembre 2013
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