Las exposiciones individuales
Aspecto de exposiciones en el Museo del Palacio de Bellas Artes y el Museo Nacional de Arte. México.
Dada la costumbre generalizada de tomar las cosas como naturales por pre-existentes, aquí va un primer esfuerzo por sacar de la obviedad la manera en que se estructuran y significan las modalidades comunes en que se presenta la obra artística en espacios públicos: la exposición. En museos, galerías, espacios abiertos, casas privadas, instituciones educativas, entre otras más. Reflexionando un poco, únicamente trataremos sobre la modalidad donde un artista expone individualmente su trabajo.
Las exposiciones individuales permiten atisbar la fuerza creativa de un artista, la coherencia entre la técnica y el despliegue discursivo, la persistencia productiva que finalmente constituye una trayectoria, una genealogía y una incidencia expansiva que puede ser rastreable y, por tanto, considerada en su desarrollo.
Estas exposiciones igualmente pueden integrarse mediante el desarrollo de series –es decir, un conjunto de obras interconectadas, ya sea por una relación secuencial o por una lógica interna de tema o estrategia de producción- o por un puñado de obras autónomas unas de otras. En cualquier caso, una lectura de conjunto basada en la observación detenida en cada una representa una “arqueología” de la propuesta artística.
La pregunta por el sentido o significado de las obras es el motor primero para la generación de conocimiento en el visitante. Y partamos del hecho innegable que la experiencia directa de superficies, colores, dimensiones, iluminación y atmósfera nos provee de un marco de acercamiento basado en nuestros sentidos. Pero hay otros elementos de los que podemos echar mano para acrecentar y potenciar esta experiencia.
La biografía y la trayectoria profesional del artista constituyen herramientas valiosas para este fin, pero de ninguna manera son centrales cuando el proceso de investigación crítica se enfoca en la confrontación con el objeto de arte. El objetivo es establecer un vínculo comunicativo con la producción artística, evitando en todo momento la mitificación del autor o su historia.
Y ya en un sentido profesional en el estudio de las artes, la técnica de la entrevista resulta una estrategia de investigación importante, casi al mismo nivel que la experiencia de la obra directamente. Así también el rastreo e identificación de obra en circulación, tanto previa como posterior a la exposición individual, puesto que otro tema de análisis relevante es el tránsito de la obra, su presencia en diferentes sitios, su conformación como elemento de intercambio simbólico entre entidades culturales, ya sean coleccionistas, galerías, museos u otras instancias.
Esto es lo que hace que una exposición individual sea más que un evento social en su inauguración, permanencia o clausura. Se también siempre más que una actividad más en la agenda de una institución cultural, sea privada o pública. Es un enclave de relaciones y tensiones del circuito artístico local y global. Punto decisivo de la obra de arte en su función comunitaria, plantea la producción de un artista en la confrontación con los públicos. Si la obra le pertenece, no es así respecto a las experiencias que la gente recupera de dichos objetos o prácticas.
Y habría que revalorar la idea de la exposición como evento social: momento en que las obras son experimentadas de manera grupal, no solo permiten el disfrute y la recreación de las personas en un espacio común, sino también el desarrollo de dinámicas comunitarias relacionadas con la convocatoria colectiva en torno a objetos significativos. Las artes expuestas provocan la reunión de la gente y el ejercicio activo de sus vínculos.
Publicado en la sección Artes&Vida
Diario Provincia
16 de septiembre 2013
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