Las exposiciones colectivas
Las exposiciones colectivas son un fenómeno complejo en tanto estrategia para la visualidad del arte. En ocasiones puede parecer una forma simple y relajada de presentar un conjunto de obras distintas de autores diferentes que se reúnen por el simple hábito e interés por hacer público su trabajo. Otras veces, la colectiva responde a una convocatoria con pretensiones de articular un panorama artístico en torno a algún tema concreto (el Centenario y Bicentenario, por ejemplo; el amor, el erotismo, el paisajismo, conceptos teóricos o políticos), circunstancia común (las coincidencias de medio técnico, el resultado de talleres o clínicas de producción, la pertenencia generacional) o causa coyuntural (eventos de beneficencia, subastas, certámenes).
Esta forma expositiva de presentar las artes visuales puede responder a criterios curatoriales bien delimitados o, caso contrario, responder a la modalidad del “mosaico”, donde no hay ningún eje rector y la diversidad dispersa constituye la “virtud” de la muestra.
De cualquier manera, para comprender la relevancia de una exposición colectiva dada deber recurrirse a la identificación del origen de la iniciativa. Cuando una institución convoca a una exposición colectiva, es importante identificar si en sus motivos se encuentra una estrategia de políticas culturales que merezca debida atención. En su defecto, habrá que buscar la intervención de intereses del mercado, la academia, la filantropía e incluso fines de entretenimiento. Si en cambio, la entidad convocante es un artista o un conjunto de éstos, se abre el debate acerca del autor como gestor de su propio trabajo; lo cual expande la cuestión del artista como algo más que un mero productor de objetos simbólicos.
Por otra parte, las exposiciones colectivas permiten la identificación de rasgos generacionales, diferencias estilísticas, coincidencias o divergencias de intereses. Es decir, permiten indagar acerca de la existencia de las diversas líneas de desarrollo de las artes visuales, expandiendo el debate crítico fuera de cualquier reduccionismo, tal como sucede cuando se pretende hablar de “arte contemporáneo”, entendiendo por ello una tendencia de características bien identificables y estables.
Frecuentemente encontramos que las exposiciones colectivas son impulsadas por promotores culturales, gestores, curadores, críticos, etc. En este sentido, reconozcamos que la responsabilidad de la producción de contenidos significativos y museables no pertenece estrictamente a las instituciones culturales –léase museos, oficinas de cultura, institutos y secretarías municipales, estatales y nacionales- sino también a quienes dan forma a sus intereses y preocupaciones a través de la reunión de obras (que finalmente son cosas resultado del trabajo de otras y otros). Se narran historias, se analizan circunstancias, se busca incidir en procesos sociales y se convoca a la sociedad a rodearse de una red de ideas e impresiones sensoriales que ofrece el arte y sus marcos colectivos.
Existen muchos esfuerzos e iniciativas que buscan hacer valer el reconocimiento del trabajo de los artistas como desarrollo profesional, alejado de todo romanticismo y carácter de pasatiempo. Lo mismo sucede con los “profesionistas del arte”: estudiosos, curadores, críticos, académicos, gestores, promotores. Y este ejercicio profesional se manifiesta muchas veces en la forma de exposiciones colectivas y actividades periféricas.
Una exposición es siempre mucho más que un acomodo de objetos.
Publicado en la sección Artes&Vida.
Diario Provincia.
23 de septiembre 2013
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